El día que cené con un monstruo
por Fodor Lobson
Mientras la notebook se apagaba desconecté el cable del proyector y me puse a guardar el material de la capacitación en mi maletín. Los muchachos se desperazaban, algunos disimuladamente y otros con menos pudor, e iban saliendo de la sala, excepto el invitado de la unidad de Mexicali, que tras remolonear un poco me dirigió la palabra.
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- ¿Dónde está hospedado, ingeniero?
- En Ciudad Cuauhtémoc, en el Tarahumara Inn
- Ah, pues qué bueno, yo también estoy en ese. Debe ser el que contrata siempre la planta. ¿Y usted se va para allí ahorita?
- Sí, claro. ¿Querés venir conmigo? Estoy en auto.
- Chale.
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El auto que había alquilado en el aeropuerto de Chihuahua era uno de esos mastodontes yanquis, con cambio automático, al que me costó un poco acostumbrarme. Suficiente, sin embargo para moverme por las rutas semidesérticas del norte mexicano.
En el camino al hotel, Jorge, así se llamaba, me contó que la empresa lo había enviado porque estaban pensando en construir otra planta igual en la fábrica de Mexicali, y que era una buena oportunidad para él, que le parecido muy interesante la “clase” –mentira, apenas pudo mantener los ojos abiertos- y que porqué no cenábamos juntos, que el restaurante del hotel era muy bueno.
A pesar de que el plan no me atraía lo más mínimo – cuando estoy de viaje me gusta cenar leyendo mi libro de viaje – no pude decirle que no y acordamos encontrarnos a las ocho y media en el lobby.
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El restaurante estaba muy poco iluminado, lo cual era consecuente con el aspecto de motel de carretera que tenía la posada, y prácticamente vacío, por lo que a pesar de la penumbra apenas entré divisé a Jorge que ya estaba sentado en una mesa junto a la pared del fondo.
Comimos costilla de res a la barbacoa que, como casi todo en el norte mexicano, estaba cortada, cocinada y servida a la gringa, y que a pesar de las alabanzas del mozo y de mi compañero de mesa que la precedieron, no estaba ni de lejos, tan rica como un buen asado de carne argentina.
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No recuerdo de qué hablamos durante la cena. Probablemente charla superficial sin alejarnos mucho del terreno laboral. El caso es que al finalizar la comida, y mientras esperábamos, él su postre y yo mi café, el bajacaliforniano saca una tarjetita de cartón del bolsillo de su camisa, del tamaño de una tarjeta de visita, la pone sobre la mesa y la empuja con la mano en dirección mía.
En el cartón la foto de una niña de unos diez u once años, vestida como mariachi y con una guitarra más grande que ella, le sonríe tímidamente a la cámara. Bajo la foto, en letras fucsia de tipografía espantosa, se puede leer “Yasmín López Ramos”. Sin saber muy bien qué hacer empujo la foto de vuelta en dirección a Jorge y levanto una ceja esperando alguna información adicional.
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- Es mi sobrina. Un ángel del cielo que canta maravillosamente. La tendrías - a esa altura ya me tuteaba - que escuchar cantar.
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Como no se me ocurría nada que decir encendí un cigarrillo en un vano intento de que la conversación terminara allí y poder volver corriendo a mi libro, puesto que todavía podía disfrutar de una buena hora y media de lectura nocturna.
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- Esta noche tiene un show en Mexicali. Es la primera vez que yo no la acompaño, pero la llamé apenitas regresamos al hotel para darle fuerza y tranquilizarla.
- Qué bueno – digo mientras le echo azúcar al café y lo revuelvo.
- Este show no es tan importante, pero la semana que viene tenemos un concurso en Hermosillo, ahí sí tiene que brillar, porque va a haber productores de Televisa – busca mi mirada con sus ojos, le da unos golpecitos con el dedo a la tarjeta, que sigue sobre la mesa y dice – soy su representante.
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Empecé a sentir una cierta repulsión hacia el tipo, lo empecé a mirar de otra forma, a evaluar su aspecto. El pelo excesivamente engominado y peinado hacia atrás, los ojos demasiado juntos, la nariz bulbosa y la boca estrecha pero de labios regordetes, definitivamente no mejoraban la impresión que me estaba formando de él. Sin darse cuenta de mi escaneo, el tipo seguía hablando
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- Yo enseguida me di cuenta del potencial de la niña. Mi hermana para estas cosas no sirve, pero yo, que conozco el mundo del espectáculo, sí. Si fuera por mi hermana, la Yasmín, mi sol, no saldría nunca de Mexicali para no perder ni un día de escuela.
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Me revolví intranquilo en el asiento y encendí otro cigarrillo.
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- Yo he estado en el mundo del espectáculo. A los doce ya tenía un programa en Televisa – me mira detenidamente, para evaluar el impacto, yo me limito a levantar de nuevo la ceja – El programa fue muy famoso aquí en México, Televisa tiene mucho alcance. Al principio éramos siete en el programa, tres niños y cuatro niñas, pero al segundo año quedamos sólo tres. Y fue lo mejor porque los otros no se lo tomaban tan en serio como nosotros. Este es un mundo para profesionales. Ojalá yo hubiera tenido un representante como yo soy ahora para mi Yasmín.
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Le hice una seña al camarero y le pido la cuenta
- Dos cuentas separadas, por favor – le digo al mozo. Por la tarde había pensado en invitarlo a cenar, pero había cambiado de opinión, Jorge seguía hablando.
- Mi representante era mi padre, que no sabía mucho de espectáculo. Por eso al tercer año volvimos a Baja California, porque decía que a mi madre el DF la asustaba. Pero mi sol va a brillar, de eso me voy a encargar yo, que la hago ensayar todos los días y me encargo de que tenga ropa bien brillante, nueva, y un buen maquillaje…
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Cargué mi cena a mi habitación, apagué el cigarrillo, me pasé la mano por los ojos y balbuceando una excusa cualquiera, trabajo pendiente, mucho sueño, o algo por el estilo, me despedí y subí a mi habitación, para darme una ducha antes de acostarme, como si con agua pudiera lavar toda la repulsión que sentía. Todavía hoy, cinco años más tarde, se me pone la piel de gallina cuando me acuerdo de él.
14 comentarios:
Me gustó la narración, mucho.
Por lo demás, creo que no quiero haber entendido lo que entendí. Debo estar equivocado.
S.
Yo tampoco quiero entender lo que entendí.
La gota fría en la espalda, se va con una refregada fuerte, no??? Me voy a bañar, permiso...
Subjo & Naty,
quise recrear en el relato la parte del showbiz y los niños que trabajan en él. Pero supongo que lo otro,que no deja de ser una sensación desagradable mía, ha terminado saliendo entre las líneas.
Una segunda lectura da muchas otras perspectivas diferentes, pero lo que me maravilla de su post, don Fod, es la precisión con la que supo transmitir el paso del tiempo, de las palabras y el cambio de impresión que se le va asentando a medida que habla con el tipo.
Pese al rescoldo de esa sensación desagradable a la que refirieron ya S. y N., me permito felicitarlo por un texto tan elaborado como reflexivo.
Abrazos desde el más acá
Más allá de que puede muy bien leerse-entre-líneas, juro que sentí un alivio monstruoso cuando dijo 'es mi sobrina'. Eso no quita nada, lo sé, pero esperaba algo mucho más directo y brutal.
Igual, tan terrible lo que se dice como lo que se calla...
Cuando me sucede algo de ese estilo, mi reacción típica es emborracharme. Y cuando me sucede algo de otro estilo, también.
Después, claro, sólo digo pavadas. Como esta.
Y después me da culpa.
Así que perdón.
Cass,
le agradezco el elogio!!
:)
Reconozco que para la forma desordenada en la que suelo escribir, y la falta de revisión y reescritura, ésta ha quedado bastante bien.
Donnie,
y por suerte pasó en México y no en Brasil, donde,como todos sabemos, hablan portugués (jejejejejeje)
;)
AEZ,
tequila para todoooooos
¡UF! Menos mal que es de hace cinco años. Ya le iba a preguntar si había vuelto a fumar.
Fiuf.
Srta. Star,
qué tierna, preocupándose por mi salud
:)
Leí algo entre lineas bastante mas macabro que la explotación de un chico en el espectáculo. Siento por sujetos así asco y repulsión. Y aunque lo que leí entre lineas no fuese verdad y sea solo una interpretación errónea, no merecen menos asco aquellos que explotan a un chico sobre el escenario, tranformando sus propias frustraciones en un elemento de presión.
slds
A
Exactamente, don Ajenjo, entendió usted a la perfección lo de monstruo.
Jeh, a mí me pasó lo mismo que a Star: lo primero que pensé fue "pará, para, el Fod volvió a fumar?", lo cual supongo reforzaba la sensación de incomodidad.
Me gustó el relato. No vi el entrelíneas que los demás sí (lo dudé, pero a diferencia de los otros, creo que hubo algo completamente esclarecedor en la escritura que no daba lugar para eso. Se notaba más cercano al relato de la madre de Judy Garland, digamos).
felicitancias escritoriles, Fod
Ge,
me emocionan ustedes preocupadas por mi salud. Créanme estoy más cerca del alcoholismo (culpa de Rody, of course) que de volver a fumar.
Sólo usted, estimada, podía hacer la comparación justa: Judy Garland!!. Yo tenía miedo de que alguien nombrara a Britney.
Me encantó la narración, Fodor, no podía dejar de leer. Es increíble cómo uno a veces entiende todo con un mínimo gesto.
Muy lindo.
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