El arte de juzgar un hotel por su nombre
por Fodor Lobson
Los viajes laborales suelen estar asociados a estadías en hoteles “de negocios”, en general lindos. Sin embargo esa lindez suele ser directamente proporcional al tamaño de la ciudad en la que se encuentran. Camino a una pequeña ciudad -casi pueblo, les diría- de la costa sur peruana, mi compañero de viaje me comenta que hay allí pocos hoteles, y “como al que usted va” sólo ese. El hotel al que yo voy se supone que es el mejor, sin embargo el nombre no me da muchas esperanzas: Hotel VIP. Ya sé que no hay que juzgar a un libro por su cubierta, pero la elección de ese nombre es, cuando menos, desafortunada; no es nombre de hotel de categoría. Excélsior, casi seguro; Grand Hotel, quizás; VIP, nunca.
En la recepción, completamente a oscuras -¡por Dios, sólo son las ocho de la noche, préndanse una lucecita! - hago el check in y me dan la llave de mi habitación. La llave es una llave, con llavero de madera gigante. A mi pregunta de si hay algún lugar en el que pueda conectar la computadora, el recepcionista, con cara de ofensa, me responde que hay Wi-Fi en todo el hotel (Fodor, Fodor, Fodor, no te olvides que es un hotel de negocios). Quizás me equivoqué, malditos prejuicios, al final resultará que soy más snob que Rodolfo.
La habitación, minúscula, tiene Wi-Fi, pero ningún lugar donde sentarse con la computadora. Tendrá que ser en la cama, cual adolescente escribiendo en su diario electrónico.
En el baño los artefactos (lavabo, inodoro y plato de ducha) se ajustan cual piezas de Tetris a un cuadrado de dos por dos; sobre el inodoro una canastita contiene una pastilla de jabón y un sobre -horror- de plástico blanco con champú marca hotel VIP. Si tuviera intención de usarlo, y lograra rasgar de alguna forma el plástico industrial del sobre, probablemente descubriría que lo que contiene está más cerca del detergente que del champú. Ésta es la razón por la que siempre viajo con mi neceser bien completo.
En el salón del desayuno estamos sólo dos personas. Un señor leyendo su diario y yo leyendo mi libro. Eso no impide que la recepcionista de turno mañana entre, encienda el televisor ¿futbol a las 7 de la mañana? y se regrese a recepción. No hay mesa con buffet de desayuno. Una lástima. Curiosamente casi nunca desayuno en casa, pero cuando estoy de viaje un buen y variado desayuno constituye un verdadero placer. Una camarera viene a preguntarme qué quiero para desayunar. Me ofrece huevos (no thanks), queso fresco o queso americano. Queso americano, le digo. Para beber ¿café, café con leche, té o anís?. Café con leche. Se va a tomarle el pedido al señor del diario. Cuando regresa me deja un plato con tres fetas de queso barra (nota mental: averiguar si los americanos inventaron la máquina de cortar fiambres) y un bollito de pan francés. Deja una teterita de inoxidable humeante, una jarrita de porcelana con leche -fría- y una canastita con sobres de azúcar. Al servirme en la taza, descubro que el contenido de la tetera no es café sino agua caliente. Me doy cuenta, entonces, que en la canastita de azúcar también hay un sobrecito de té que reza “anís”. Le aviso a la moza de que creo nos ha servido al señor diario y a mí las bebidas cambiadas. Disculpa y risita mediante, la señorita se lleva la canastita, pero para mi sorpresa no la tetera, y la intercambia con la del señor. Gran fiasco gran, en la nueva canastita al azúcar lo acompaña un sobre de café soluble. Esto en un “Excelsior” seguro que no me pasa.
Sí, ya sé. Soy un jodido. Me gusta que la puerta se abra con una tarjeta magnética, que el champú y el acondicionador estén en botellitas, que la habitación tenga un escritorio y que el desayuno sea abundante y variado. Pero ¿Qué quieren? Me malacostumbraron con lindos hoteles y ahora me cuesta digerir los cutres.
11 comentarios:
Y sí... siempre está bueno pegarse un chapuzoncito en la piscina ...
Ah, no, ¡pero qué horror!
Quién osa incomodar al señor burgués! ¡Cómo no le dan el champú en botellita, y la tarjetita de onda!
Pero porrrr-fa-vorr!!!
Menos hotel y botellita y más laburo, viejo, que hay gente que no morfa! (?)
Igual, lo del café soluble merece guillotina directa sin juicio previo...
:P
Pide mucho me parece!
En mi caso mientras este todo limpito estoy bien!
Yo soy rústica a más no poder, pero en este caso es menester reconocer que lo que le ha sucedido es un ho-rrrrrror.
Agustín
definitivamente la piscina es un must
Subjo,
efectivamente cuando vi el sobrecito de café, pensé en usted. Y no, me joda, ¡qué se hace usted el sencillo, si es un rompebolas de primera división! =P
Ro,
para las vacaciones, todo bien. Sencillo limpio y sobretodo barato. Para el laburo, no basta (me gusta hacerme el importante, ¿vio?)
Cass,
usted sí me entendió. =)
Pe-ro-por-fah-vorrrr
¿Por qué será que cuando viajamos por laburo siempre pretendemos las mejores comodidades?
¿Acaso no era yo el que durmió en una bolsa de dormir en el piso de un "hostel" en el medio de la puna? ¿Eh?
Y que feliz me levanté... que buen viaje, que buenos recuerdos.
Abrazo!
Y eso que ese era el mejorcito. Bueno, siempre uno puede vengarse con la calidad de su trabajo bajo la excusa de "dormí mal" o "el café en sobrecitos despertó mi instinto asesino"
Rodi rules!!
Rody,
exactly
Kaitos,
me sucede lo mismo, yo dormí en el piso, sin bolsa de dormir siquiera, de la terminal de autobuses de Zadar en Croacia y tan fresco.
Mond,
y mire, sea excusa o no, la reunión que tuve allá no me fue muy bien (o sea: todo el viaje a la loma del orto + estadía en hotel cutre al reverendísimo dope)
Lo entiendo y lo acompaño: yo también suelo ser rompehuevos con ciertos detalles cuando estoy de viaje (especialmente cuando no pago yo...).
[Y que conste que mi comentario no es sólo para decirle rompehuevos más o menos sutilmente, eh.]
Abelez
no se preocupe, la sutileza tampoco es lo mío.
=P
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