Le pasó a Paloma
Las leyendas urbanas son esas histórias que, cuando te las cuentan, siempre le sucedieron al amigo de un amigo del que la cuenta. En la mayoría de las ocasiones son pura ficción, fruto de alguna mente traviesa, que al compartirlo, le dá un último brillo al cuento, haciéndolo real: ésto le pasó a un amigo de mi vecina Toti ... de ahí en adelante, si la história está buena, pasa de boca en boca, como en las cadenas de las que hablábamos el otro día.
Sólo que en este caso, normalmente al segundo eslabón, se empiezan a suprimir contactos intermedios, ya que más de dos personas puente, le restan credibilidad a la historia. Así en lugar de le pasó a un amigo de Toti, la vecina de mi cuñado Juan, decimos que le pasó a un amigo de mi cuñado Juan.
Lo que estoy por contarles no es una leyenda urbana, le pasó a mi amiga Paloma, hace una pila de años.
Paloma y su novio, Oriol, decidieron irse a vivir juntos (no casados, sino amancebados, que diría mi abuela la mala) fuera de la ciudad y alquilaron una casita en una urbanización en las afueras de Sant Cugat del Vallés, a unos 25 Km de Barcelona.
Como dicta el imaginario popular, casita en zona semirural implica perro. Hermoso pastor alemán (ovejero, se dice en este lado del oceano) infelizmente llamado Llop (lobo).
Pasó un tiempito, y un día la pobre Paloma se encuentra a Llop zarandeando algo, parecido a un viejo y sucio lampazo, que mantenía apretado entre sus fuertes mandíbulas. Al ver a Paloma, se va hacia ella, deja el lampazo a sus pies y se queda mirándola muy contento, moviendo la colita a izquierda y derecha.
Con una inspección más cercana Paloma descubre con horror, que el lampazo es el perrito de la vecina, uno de esos bichitos lanudos y minúsculos, hecho pelota, lleno de lodo y lo que parecen pegotes de sangre, y sin lugar a dudas, muerto.
En ausencia de Oriol, que trabaja de visitador médico para unos reconocidos laboratorios farmacéuticos suizos, decide que no puede enfrentarse, sola, a la verguenza de decirle a la vecina que su mascotita pereció entre los dientes de Llop. Se enfunda los guantes de goma de fregar, llena una palangana con agua caliente y un taponcito de jabón líquido para lavar prendas delicadas, y haciendo de tripas corazón, le pega una enjabonadita al cadaver, y aprovechando la penumbra del atardecer, lo deja frente a la puerta de sus vecinos y regresa corriendo a la casa.
Un par de días después (con sus noches de insomnio y remordimientos) Oriol vuelve de su viaje y le comenta:
- ¿qué le debe pasar a Laura, la de aquí al lado? cuando me he bajado del auto y la he visto en el jardín, he levantado la mano para saludarla, pero ella se ha metido corriendo en la casa sin dirigirme ni siquiera una mirada.
Paloma le cuenta todo a Oriol, y algunos "pero ¿cómo se te ocurre? ¿tu eres tonta o qué?" después, llegan a la conclusión de que deben sincerarse con la vecina. A la mañana siguiente Paloma irá a contárselo todo y le pedirá disculpas.
Cuál sería su sorpresa cuando a media cena, suena el timbre, y al abrir la puerta se encunetran con la cara ojerosa y desencajada de Laura.
- Perdón por venir a estas horas, pero es que estoy muy nerviosa y asustada. No se en quien confiar, creo que alguien en el barrio no nos quiere a Carlos y a mí. Nosotros somos muy nuevos aquí, llegamos un mes antes que vosotros, y no conocemos a casi nadie...
- Tranquilizate, todo tiene una explicación...
- No sé, es horrible. La semana pasada un camión de reparto de la Coca Cola atropelló a Mariví, mi perrita. No veas como quedó la pobre. No podíamos ni mirarla de la pena que nos dió, la enterramos inmediatamente en el jardín de atrás, al lado de las rosas. No os lo vais a creer, pero tres días después me la encuentro frente a la puerta de la casa, y lo que me dá más miedo es que estaba completamente limpia y con olor a perfume...
Creer o reventar. A mí me lo contó mi amiga Paloma, ahora bien, si ustedes se lo cuentan a alguien tendrán que decir le pasó a una amiga del Sr. Lobson, un blogger que conozco... y sin duda sus interlocutores pensarán que se trata de una leyenda urbana.
12 comentarios:
Señor Lobson:
Por medio del presente comentario le hago saber que conozco historia similar, pero con un conejito. Y le pasó a una vecina de la hermana de una amiga...
Creer o reventar (por la coincidencia, digo) pero ambas historias deben ser ciertas.
Estimado Fodor: yo también conozco la historia pero con un cobayo y le pasó la tía de la cuñada de la hermana de mi vecina. Caramba... qué coincidencia.
Vieron queridas Absurda y Lucy...
así nacen las leyendas urbanas. Ahora bien las posibilidades son...
1. en los diez o doce años que hace que le pasó esto a Paloma, la história ha cruzado el océano y se ha adapatado un poco a las costumbres de acá (en lugar de perro un conejo, algo que sería impensable al otro lado del Altántico; allá nos conejos no son mascotas, ¡son comida!), y se ha convertido acá en una leyenda urbana.
2. Mi amiga Paloma me encajó una leyenda urbana transecuatoriana como una vivencia propia. ¡Qué caradura!
Una vez para limpiar tuve la mala idea de poner una tortuga en su hábitat ( léase pecera, herencia del pececito...) en la ventana abierta de un segundo piso. Al rato siento el timbre y cuando abro la puerta me encuentro con la vecina de planta baja con cara de orto y algo en su mano levantada: " ¿ Esto es tuyo?" Miré su mano y vi una caparazón, la tortuguita estaba escondida adentro y había sobrevivido! No me atreví a preguntar sobre qué cosa o sobre quién "murió" la pecera. Se que no tiene nada que ver salvo el deterioro animal pero en una de esas el recuerdo se convierte en leyenda urbana...¿ Se lo cuenta a su amiga Paloma?
Bueno, de leyendas urbanas está hecha mi familia... y lo peor de todo es que es hereditario...
Mas de una vez me encuentro contando cosas que nunca sé si habrán pasado con la misma seguridad con que lo digo...
Abrazo!!
Uru,
jajajajajajajajaja ¿esto es suyo? su vecina la odió jajajajajaja.
Si se lo quiere contar a Paloma, allá Ud. yo no me hago responsable.
Kaitos,
is true! junto con los ojos verdes, las orejas soplillo y la nariz respingona, uno hereda una serie de histórias familiares de dudosa credibilidad. ¡qué cosa la genética!
OH! tamb habria q citar a Paloma! (?)
A mí me lo contaron pero el camión de reparto de jabón para lavar había atropellado a la paloma de una amiga de un amigo de mi vecino, el lanudo del barrio.
Fran,
sí, habría que citar a Paloma para evitar un juicio, o en todo caso, preguntémosle a Bucay cómo se manejan estas cosas...
P.D. me encanta su blog, me hace derrochar risas.
¿...?
sí, me llegaron rumores, pero creo que esa versión fué totalmente desautorizada por Paloma. Además Oriol me contó que el lanudo del barrio es el que venía manejando el camión de Coca Cola, que no vió a Mariví porque el jopo le tapa los ojos.
Jajajajajajajaja, me hiciste reir mucho, no te puedo creer, que maestra Paloma!!! te juro que lo voy a contar como que te pasó a vos acá en Mendoza, es buenísimo, bueniiiisimo para contar en un asado.....
A mi me pasa al revés siempre creí que mi perro agarraba pajaros muertos para jugar hasta que el otro dia lo vi como cazaba a uno.
And let the urban legend start in Mendoza...
yo le creo, Lobson. unos de mis tanto tíos viven en Sant Cugat, y cuando los visite vi que era uno de esos lugares cdonde pueden pasar esas cosas...
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