El viernes, asadito

por Fodor Lobson

Soy ateo.
No es pose, no es provocación, no es escepticismo (si fuera escéptico sería agnóstico), es así. Creo que no existe ningún Dios (y no pienso pagarle royaties a Nietzsche).
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Yo diría que respeto las creencias de los demás. Nunca me reí de un creyente. Nunca sentí lástima por un creyente ni me mostré condescendiente con él. Nunca me enojé con ningún creyente ni sentí ganas de apalearlo por creer en algún(os) Dios(es). Nunca intenté “convertir” a algún creyente para que dejara de serlo.
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Insisto, interpreto que eso es muestra de respeto a las creencias de los demás; nunca hice ninguna de esas cosas, que son las que suelen hacer algunos creyentes frente a la gente que no cree o que tiene creencias distintas a las suyas.
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Pero hasta ahí nomás mi respeto. Respeto las creencias. No respeto ni a las iglesias ni sus mandatos.
No siento respeto por la Iglesia Católica como institución. No deja de ser una corporación internacional de ultraderecha, hipócrita, discriminadora en general y homofóbica en particular, que viene ejerciendo directa o indirectamente la violencia y la tortura desde hace algo más de dos mil años.
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Toda esta perorata para qué… para anunciarles alegremente mis planes de mandarme una pastita con boloñesa y unos pollos a la parrilla durante estos días por venir. Como todos los años, pienso deleitarme con unas buenas raciones de carne a lo largo de semana santa. No se confundan. No es pose. Para mí llevarle la contraria a la Iglesia Católica es una cuestión de principios.
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En estas fechas de todos los que salen corriendo a comprar o preparar empanadas de vigilia, sólo me merecen respeto aquellos que son vegetarianos, porque lo son todo el año, y lo son por principios. Los demás, una manga de hipócritas.